Desde la Banca Ética Latinoamericana de la que forma parte, el ingeniero civil industrial Gerardo Wijnant ha impulsado la inversión consciente en más de 250 empresas que generan un impacto en áreas como educación de calidad, inclusión, agricultura sostenible y eficiencia energética. “Estamos logrando el objetivo de convencer a muchos más ahorrantes de que el camino de la sostenibilidad es también rentable”, señala en entrevista con Alumni.

Banca Ética: el fomento de la sostenibilidad y las nuevas economías mediante créditos a empresas y organizaciones que generan impacto positivo

por Julio OlivaresMay 4, 2023

Desde la Banca Ética Latinoamericana de la que forma parte, el ingeniero civil industrial de FCFM Gerardo Wijnant ha impulsado la inversión consciente en más de 250 empresas que generan un impacto en áreas como educación de calidad, inclusión, agricultura sostenible y eficiencia energética. “Estamos logrando el objetivo de convencer a muchos más ahorrantes de que el camino de la sostenibilidad es también rentable”, señala en entrevista con Alumni.


Gerardo Wijnant resume sus 35 años de carrera profesional con tres conceptos de dos palabras cada uno: comercio justo, nuevas economías y banca ética. Detrás de cada uno de ellos está el interés que ha acompañado a Wijnant desde los ochenta por incorporar la economía al bien común y generar un impacto positivo en la sociedad.

Incluso en entrevista con Alumni, Gerardo, que ha compatibilizado su rol como ingeniero civil industrial con la docencia, no puede evitar hacer pedagogía y explica sucintamente que comercio justo es “la búsqueda de una relación comercial basada en los principios del diálogo, respeto y transparencia, que genere el mejor pago posible a los productores más vulnerables -alejados de las cadenas de comercialización- para mejorar su bienestar y su estándar de vida”. A ese afán por abrir espacios que reconozcan el valor de los productores de base ha dedicado gran parte de su carrera.

Entre 1995 y 1997, el ingeniero U. de Chile fue uno de los cinco miembros del Directorio Global de la Organización Mundial de Comercio Justo, donde participó en la construcción de los estándares del comercio justo e intentó expandir el concepto a nivel mundial.

Dar crédito a las iniciativas valiosas

En la misma línea, el ingeniero civil industrial está embarcado en un proyecto ambicioso.

Todo comenzó ocho años atrás, cuando se reunió con un grupo de personas ligadas a temas de nuevas economías que, como él, conocían las experiencias de bancas éticas en el exterior. “Pensamos ´¿Por qué no va a ser posible que nosotros hagamos algo similar acá? El sueño era constituir un banco en Chile inicialmente, pero luego se expandió la idea hacia Latinoamérica”.

La Banca Ética Latinoamericana (que en un inicio se llamaba Doble Impacto) hoy cuenta con oficinas de Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia y México, opera como Fintech y está en proceso de convertirse en un banco propiamente tal.

Para Gerardo Wijnant, el sello del proyecto es “canalizar el dinero de ahorrantes de manera 100% transparente a los proyectos de empresas y organizaciones seleccionadas que generen un impacto positivo en la sociedad y que requieran financiamiento vía crédito”.

En ese sentido, manifiesta que la Banca solo financia empresas y organizaciones insertas en la economía real, no en la especulación: “Empresas con nombre y apellido que hacen algo que sea coherente con la búsqueda de un desarrollo sostenible, con mayor inclusión, mejoramiento de las condiciones de vida, de educación, vivienda, alimentación más saludable, energías renovables, etc.”.

Por otro lado, la Banca busca hacer pedagogía para que las personas entiendan que el rol de los bancos es administrar el dinero de los depositantes, y que con esos montos entregan préstamos a iniciativas de distinto tipo. La misión, explica, es que los clientes elijan financiar conscientemente con sus ahorros a las compañías con rol social.

Nosotros queremos concientizar a las personas en el uso de su dinero para canalizarlo hacia empresas que podemos evaluar en cuanto a su contenido. Queremos convencer a los inversionistas de hacer un uso consciente de su dinero y que al preguntarse ¿qué está haciendo el banco con mi dinero? no se encuentren con sorpresas desagradables”, declara.

En estos cuatro años desde el inicio de sus funciones, la Banca Ética Latinoamericana ha financiado alrededor de 250 empresas que generan un impacto social, medioambiental o cultural con más de 90 millones de dólares de más de 5 mil inversionistas que se han convencido de invertir en temas como educación de calidad, industrias creativas, turismo sostenible, vivienda de calidad, espacio urbano, salud y bienestar, inclusión social y laboral, agricultura sostenible, alimentación saludable y eficiencia energética.

“Todo el equipo se siente muy realizado pues estamos logrando el objetivo de convencer a muchos más ahorrantes de que el camino de la sostenibilidad, de preocuparse por la comunidad es también rentable”.

De FCFM a la primera empresa de comercio justo

Pero su camino empezó mucho antes, cuando estudió Ingeniería Civil Industrial entre 1980 y 1987. Gerardo Wijnant recuerda su paso por la U. de Chile con orgullo: “Con todo lo difícil que fue (ríe), me siento muy privilegiado de haber estado en un espacio con un equipo de profesores del más alto nivel, con espacios de debate, en una época en que la universidad se abría a una diversidad muy amplia de personas de diferentes orígenes”.

Desde el comienzo, Gerardo Wijnant manifestó su inquietud vocacional por hacer el bien común. Por eso, cuando recién egresado se encontró con una iniciativa de la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC) en la que podía canalizar ese interés, decidió unírseles.

“La idea era desarrollar una estructura de comercialización para pequeños productores artesanos y productores agrícolas, buscar mercados internacionales para que pudieran vender sus productos y generar empleo justo y bien remunerado para esos productores”, rememora. “Lo que yo no sabía en ese momento es que estábamos construyendo la primera empresa de comercio justo del país”.

El egresado de FCFM fue Gerente General de Comparte Fair Trade hasta 2013. Hoy, en perspectiva, señala que “fue una experiencia maravillosa donde pudimos apoyar directamente a más de 450 talleres artesanales y pequeños productores en Chile, y contribuir a su organización”.

Cambios en las empresas

Fruto de su labor por fomentar las iniciativas sociales, medioambientales y culturales, Gerardo Wijnant ha sido testigo privilegiado de un cambio paulatino en la forma de entender la economía en las últimas décadas. Si en los ochenta, cuando estudiaba, un buen proyecto era aquel que tenía números positivos de valor actualizado y tasa interna de retorno, en la actualidad un proyecto exitoso no puede entenderse sin la comunidad.

“Antes, los efectos contraproducentes en la comunidad o en el medio ambiente iban en un anexo aparte de externalidades que nadie miraba mucho. Hoy los ciudadanos en su rol de consumidores son mucho más responsables y conscientes, e interpelan a las empresas y a las organizaciones por lo que hacen y cómo lo hacen. Por eso las empresas no pueden descuidarse del bienestar de las personas y del entorno”, expone.

Asimismo, Gerardo explica que ha visto ese cambio en sus propios colegas, ex compañeros de estudios. “La mayoría me decía que esto era mero romanticismo. Hoy, la mayoría de mis amigos me dicen ´Que interesante, fuiste futurista con todos los temas que hoy se están hablando en términos de desarrollo sostenible, equidad, etc.´”.

La enseñanza del docente

El egresado de FCFM lleva décadas también en las aulas, ya no como estudiante sino como profesor. En la actualidad realiza clases en el Diplomado de Gestión de Negocios Sustentables de la Casa de Bello, así como en diversos cursos de postgrados con miras en Economía Social y Comercio Justo, Políticas de Gobierno y Desarrollo Local Inclusivo.

Lo que siempre trato de transmitirle a los estudiantes es que no se dejen guiar por los niveles salariales, sino por lo que realmente los motiva. No les digo que se inmolen en la plaza pública, pero sí que antes dos ofertas busquen aquella que les haga más sentido, donde sientan que pueden ser un aporte a una mejor sociedad, y que no se comparen, porque a lo mejor puedo vivir con un sueldo muy bueno pero ser tremendamente infeliz en lo que hago o tener un sueldo más modesto, pero sentirme realizado”, revela. Señala también que hay un porcentaje muy amplio de estudiantes a quienes les hacen sentido las temáticas de desarrollo sostenible y la evaluación de proyectos considerando no solo la rentabilidad económica directa, sino a las comunidades.

“Algunos estudiantes me han dicho ´Profesor, después de haberlo escuchado me doy cuenta de que hay otras formas de hacer las cosas y creo que podría desarrollar una actividad en esa línea´. Es una bonita experiencia. No quiero ser arrogante, pero me mueve esa posibilidad de facilitar el despertar de consciencia, de esas inquietudes intensas y espirituales que ya traen consigo”.

Y añade: “Es una retribución espiritual muy fuerte. Termina de confirmar que lo que estoy haciendo vale la pena. Uno sale enriquecido de las clases y se va a dormir con una satisfacción grande”.

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