Son 11 los años que Diego Pino Anguita lleva en Chiledoc, la marca sectorial que reúne a la Corporación Chilena del Documental CCDoc y ProChile, del Ministerio de Relaciones Exteriores. Aquí, ha sido gestor de que las creaciones audiovisuales chilenas salgan al mundo y lleguen a las pantallas más importantes del circuito.
Una tarea que no ha sido fácil para el egresado de Cine y Televisión de la Universidad de Chile, pero que ha contado con grandes satisfacciones. “Hemos podido hacer un trabajo con distintas producciones posicionándolos en el mercado internacional”. Sin ir más lejos, hace un par de meses desde la corporación impulsaron la promoción de El agente topo en festivales europeos y así también otras producciones, como Lemebel y La cordillera de los sueños.
Una industria de cine documental chileno que ha tenido un auge en los últimos años y que gracias a corporaciones como Chiledoc ha llegado a distintos puntos del planeta. Irán, China y Japón son algunos de los lugares donde se mira cine nacional hoy. De hecho, cuenta Diego, “este mes organizamos un foco de documentales en el festival Hot Docs de Canadá, donde podremos mostrar 5 o 6 películas nacionales”.
Este trabajo tiene gran importancia para Pino, quien puntualiza que “en Chile siempre hemos hecho muy buenas películas. Trabajar con la realidad ha sido una de las grandes preocupaciones del sector audiovisual que ha ido a la par de los cambios sociales que existen”. Sin embargo, a pesar de los éxitos y el talento nacional, asegura que en Chile no hay una industria como tal.
“El gran problema que tenemos ahora es que hacemos muy buenas películas, pero somos muchos los que estamos haciendo películas. Si bien el apoyo del estado ha sido importante en el tiempo, es insuficiente”, asegura el realizador.
Estado del cine documental en Chile
En esa misma línea, ve con buenos ojos lo que la Convención Constitucional ha establecido en materia cultural, pero aún estima que falta puntualizar en algo: “Es necesario plantear una política nacional cultural y en particular una de corte audiovisual, que no sea solamente aumentar los fondos, sino que también hacer una red entre todo lo que implica la producción y el acceso a el cine chileno. No sirve de nada que hagamos películas pero que nadie las vea o que sigamos precarizando a los trabajadores que existan”.
Políticas culturales que adquieren cada vez más relevancia en la discusión política y que son una constante preocupación en el trabajo de Diego Pino en Chiledoc. Intereses que, según comenta, se formaron en su paso por la Universidad de Chile.
“Estando en la Chile se da cuenta de una mirada y un carácter público. No es solamente un espacio donde venimos a encerrarnos y hacer nuestras propias creaciones y que no le debemos nada al mundo. El hecho de estar en una universidad pública es clave para entender que nuestro quehacer artístico no está desconectado con lo que pasa en el mundo. Eso ha sido clave para desarrollar mi trabajo”, concluye.