Con 17 años de recorrido en la literatura profesional, Francisca Solar García asume la fortuna de poder dedicarse en exclusiva al arte de contar historias. En la semana del libro, la escritora de Los últimos días de Clayton & Co. repasa lo que ha sido una fértil carrera que cuenta con publicaciones infantiles, juveniles y novelas adultas. “Siempre voy combinando estilos porque me carga que me encasillen. Tengo ideas y ganas de escribir para distintos públicos, en distintos géneros, diferentes tipos de historias”.
Por lo mismo, reconoce que la disciplina es esencial para dedicarse profesionalmente a escribir. “Eso es lo que me permite publicar tan seguido y seguir vigente en las vitrinas y en las redes”, relata en entrevista con Alumni.
“Yo sé que hay autores a los que les acomoda que los categoricen, y me parece perfecto, es su prerrogativa. Pero a mí no me gusta porque siento que las etiquetas me limitan. Para mí el crecimiento profesional tiene que ver con ampliar mi registro, ir explorando nuevos territorios”.
De hecho, así ha sido este año. En enero, Solar lanzó su más reciente novela adulta, Bluebells; en marzo llegó al país Cuando Lila quiso ir a la escuela, un libro infantil que había sido publicado solo en México; y, a principios del segundo semestre, relanzará bajo el sello Planeta su primera novela, La Séptima M, de carácter juvenil. “Es maravilloso, esa es la idea. Quiero llegar a todos los públicos, extender mi lector transversal”, explica.
Bluebells y el interés por la ficción histórica
Con Bluebells (2023, Planeta), Francisca Solar regresa a la novela histórica, luego de Los últimos días de Clayton & Co. (2019, Planeta) y La Vía Damna (2022, Minotauro), todas ficciones ambientadas en el Siglo XIX.
En su obra histórica más reciente, Francisca toma el paso por Chile de la expedición científica de Charles Darwin como telón de fondo para una historia de romance “que narra la incierta pero prometedora realidad de una naciente república, revelando en sus personajes los dilemas propios de la modernidad y el deseo, así como sus propios sueños y desafíos”.
Consultada por su interés en la historia del Siglo XIX, Francisca revela que es “un gran ratón de biblioteca” a la que le gusta investigar y que decidió usar ese interés en la literatura por casualidad. “Estaba investigando específicamente sobre fotografía mortuoria para Los últimos días de Clayton & Co. cuando me di cuenta de que había hitos muy interesantes durante el Siglo XIX en Chile que no se habían tocado tanto desde la ficción histórica”.
“Por ejemplo, no todo el mundo sabe lo que pasó detrás de la primera bandera chilena en el Estrecho de Magallanes. Además, el Fuerte Bulnes está lleno de misterios, de muertes y enfermedades raras, cosas que se borran del mapa”, relata. “Entonces dije: ´Bueno, hagamos divulgación histórica, contemos cómo se puso la primera bandera de Chile en el estrecho. Pero entre medio voy a contar otras cosas que tienen que ver con el revisionismo y la divulgación histórica. ¿Por qué en los libros de historia te hablan del gran hito militar que fue el primer asentamiento chileno en el extremo sur, pero nunca te hablan de todos los Aónikenk que tuvieron que matar o trasladar para erigir el Fuerte Bulnes? Bueno -dije- vamos a hablar un poquito de esto porque es necesario que se sepa, porque no se sabe demasiado al respecto´”. Así nació La Vía Damna.
De periodista a novelista
“Nunca quise estudiar Literatura. Sentía que era una carrera muy teórica, de estudio de otros autores, como para prepararte para ser profesor. Yo no quería eso, a mí me interesaba la escritura creativa”, confiesa Francisca. “Escogí Periodismo en la Chile porque tenía esa impronta de desarrollar el periodismo escrito. Me interesaba desarrollar, aflojar mi pluma, encontrar una voz autoral que todavía no tenía”.
La egresada del ex Instituto de Comunicación e Imagen ejerció como periodista durante casi una década, al mismo tiempo que iniciaba su carrera como autora: “Llegó un momento en el que esta doble vida no daba y tuve que escoger dedicarme a una cosa o a la otra. Reflexioné ´¿A qué quiero dedicarme realmente?´ y me decidí por la literatura, porque la literatura es mi vida”.
No obstante, esa formación es parte todavía de su labor autoral. “La forma en que yo investigo, recopilo información y cómo la utilizo, sin duda la aprendí en la U. Entonces cuándo me preguntan qué soy, respondo que soy novelista pero también periodista, porque le debo muchísimas de las herramientas que utilizo”.
Sobre sus años como estudiante universitaria, Francisca recuerda con especial cariño a los profesores Francisco Mouat y Gustavo González, quienes la animaban en el tránsito desde la escritura periodística a la narrativa. “(González) hablaba mucho del maridaje entre periodismo y literatura. Le gustaba el periodismo que era un poquito más literario, que se fijaba en la calidad de la prosa. Entonces le entusiasmaba mucho la idea de que me dedicara a la literatura, así que también fue un gran impulsor”.
“Tuve la suerte de tener profesores a los que desde el principio les encantó la idea de que yo escribiera ficción. Tuve mucho apoyo en ese sentido y guardo muy buenos recuerdos de la escuela”, rememora la autora de Bluebells.
Disciplina y pasión
Francisca asume la suerte de poder dedicarse en exclusiva a “lo que más ama en el mundo”, y se toma esa labor con profesionalismo.
“Se piensa que los artistas están buscando la inspiración, esperando la visita de la musa, que pueden escribir a veces y a veces no… Y eso está bien, es importante guiarse por lo intuitivo. Sin embargo, yo intento compatibilizar eso con la disciplina y la organización”, manifiesta. “A estas alturas de la vida conozco muy bien mis procesos, ya sé cuánto me demora escribir una novela adulta, un libro infantil o cuánto tiempo necesito de investigación para cada una. Eso me permite ser muy prolífica y planificar si en un año puedo hacer dos o tres libros. Parece súper árido, pero es la única forma de dedicarse profesionalmente a esto”.
“Pero si bien mi trabajo es muy organizado, es también pasional y enérgico. No hay nada que me entusiasme más en la vida que contar historias. Me levanto contenta en la mañana. Más allá de que sea muy disciplinada, cada vez que me siento a escribir una nueva novela es una maravilla, es un entusiasmo absoluto”, añade.
Un fuerte vínculo con sus lectores
Mientras se acerca a las dos décadas de actividad profesional, desde que escribiera su debut –La Séptima M– mientras estudiaba Periodismo, Francisca Solar ha visto incrementarse una serie de reacciones positivas de su amplio público lector. En sus redes sociales exhibe orgullosa algunas de esas muestras: desde cosplays de lectores que se disfrazan de ella hasta diarios murales de cursos de Educación Básica dedicados a sus obras.
“Hay un colegio en Santiago Centro en el que hay cuatro generaciones de niñas leyéndome. Entonces fui a ese colegio como visita de autor y me trataron como si fuera la Isabel Allende”, relata entre risas. “Es maravilloso. Me recuerda mi vejez, la cantidad de tiempo que llevo haciendo esto, pero también es muy bonito ir acumulando esas experiencias y sentir que soy un nombre que ya suena, porque está ahí, flotando en los colegios hace diez años”.
En ese sentido, Francisca intenta involucrarse lo más posible con sus lectores y participar de todas las instancias a las que la inviten: desde firmas en librerías hasta clubes de lectura por Zoom. “Hoy el Chat GPT puede escribir una novela de 300 páginas, los escritores ya podemos ser dispensables. Pero hay ciertas cosas que la inteligencia artificial no puede hacer todavía, y yo trato de sacarle mucho partido a eso: a la parte más humana de la literatura y del vínculo escritor-lector”.
Booktubers, bookstagrammers y nuevos escritores
Francisca Solar lleva 16 años dedicándose entusiastamente al fomento lectoescritor. Le interesa no solo crear sus propias obras, sino impulsar la lectura y la escritura desde el ámbito escolar.
“Hoy se ve un poco más a autores yendo a colegios, haciendo actividades con niños y jóvenes, pero hace casi 20 años atrás era muy raro encontrar eso. Es un tipo de actividad que no tiene mucho glamour porque no tiene prensa, marketing ni deja plata”, declara.
En los últimos años, la autora de La Vía Damna se ha abocado especialmente al fomento escritor. “Hoy hay fundaciones y organizaciones que se dedican al fomento lector y que lo hacen muy bien, pero para escritura no hay tantas. Eso me interesa: formar escritores niños, jóvenes y sobre todo adultos. Hay mucha gente que quiere escribir y a la que le he podido ofrecer la preparación técnica para hacerlo. Ha sido una experiencia muy bonita”.
Con orígenes en el fanfiction –El ocaso de los altos elfos, basado en el mundo de Harry Potter le valió un contrato de edición internacional con Penguin Random House en 2003-, la periodista de la U. de Chile se ha mostrado también muy interesada en fortalecer diversos acercamientos a la lectura de partes de las nuevas generaciones.
Así, desde su primera edición en 2015, Solar ha sido jurado del Concurso Nacional de Booktubers y Bookstagrammers que organiza el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
“Soy completamente fan y entusiasta de todos los formatos nuevos, todo lo que nos permita llegar con las historias a más personas, a más públicos y que convoque a las nuevas generaciones”, manifiesta.
En ese sentido, anima a los jóvenes a que “escriban en digital, en Wattpad, escriban con el celular. Armen apps, escuchen audiolibros, sean bookstagramers, booktubers. Todo es maravilloso, todo suma. En la literatura estamos buscando historias, da lo mismo si son en papel, papel digital, en video o en sonoro. Las nuevas tecnologías son tremendas aliadas si las sabemos usar bien”.