Natalia Rebolledo Robert es egresada del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile (INAP), el cual dice haberle entregado las bases para insertarse en el mundo público durante más de 10 años, para luego enfocarla en su pasión y lucha en contra de la crisis hídrica en Chile y el planeta. Un punto de inflexión en ese camino se dio al unirse al equipo de la Fundación Un Alto en el Desierto (FUAD) en el 2012, y donde hoy se desempeña como su directora ejecutiva.
En base al relato de Natalia, FUAD se dedica a “apoyar a personas, organizaciones y comunidades a desarrollar estrategias para adaptarse a la escasez hídrica mediante la educación ambiental, la innovación y el desarrollo de soluciones hídricas de bajo presupuesto adaptadas a los territorios en general y a las personas y sus organizaciones en particular”.
Este perfil educador es lo que la ha mantenido trabajando constantemente en esta cruzada ya que, según cuenta, la Fundación es un referente de enseñanza, un centro de educación ambiental “para los y las estudiantes de territorios desertificados, vulnerables y empobrecidos. Actualmente se habla mucho sobre el cambio climático, pero se hace muy poco, y sumarme a este equipo, venirme a vivir al Norte Chico y aportar una gotita de agua en esta dramática sequía, me motiva día a día”.
“Apostamos a que, mediante el uso de métodos simples para la cosecha y reutilización del agua sumando la eficiencia y la educación hídrica, es posible aportar a una nueva cultura del AGUA para enfrentar la crisis hídrica del mundo en el presente y hacia el futuro”, agrega la alumni U. de Chile.
Crisis en Chile y futuro con la nueva constitución
Analizando el escenario país sobre el tratamiento del trabajo con el agua, Natalia es tajante al decir que está muy lejos de lo esperado: “Estamos viviendo la mayor crisis climática e hídrica de la historia y no está pasando nada. Nos demoramos mucho en elaborar normativas, por ejemplo, la ley de reúso de las aguas. El año 2014 se inicia la discusión de la ley 21.075 que norma la recolección y reutilización de las aguas grises, se promulga cuatro años más tarde. Estando ya en el 2022 aún no se encuentra tramitado el reglamento que la hará entrar en vigor”.
Pese a eso, la egresada del INAP confía firmemente que la nueva constitución puede generar un cambio, en este lento avance de las leyes que se adapten a los cambios climáticos del país y el planeta.
Para ella, en el proceso constituyente “existe una gran oportunidad de otorgar un equilibrio en el tema ambiental y sobre todo con el agua. De dejar de ver a la naturaleza como algo apropiable, vendible y transable por parte de los humanos, si no como parte de un todo que nos da la vida y que debemos cuidar. El agua como derecho humano y de la naturaleza debe quedar consagrado”.
Por último, y como parte del nuevo Nodo Alumni de la comunidad de egresadas y egresados de la U. de Chile, Natalia destaca su creación ya que para ella, “todo lo que sea comunidad, pensar en colectivo, crear nuevos puntos de encuentro entre las personas se valora muchísimo. En un mundo en que todo está cada vez más individual, este tipo de instancias se agradece”.