Damaris Abarca: La maestra ajedrecista que busca apoyo para ir a las olimpiadas en Hungría

por Valentina Alegría FloresAbr 25, 2024

Egresada de Derecho y Filosofía de la Universidad de Chile, la pentacampeona nacional del ajedrez hace un repaso por su trayectoria en el tablero. Dedica su rutina al deporte y a enseñarle a niños de escasos recursos. Hoy está en búsqueda de donaciones particulares para volver a competir por Chile en Budapest.

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Por Sebastián Cornejo

Las piezas están alineadas esperando a que empiece la partida. Damaris Abarca está con negras. Su oponente abre con el peón de la reina y luego desplaza su alfil a la ofensiva. A la ajedrecista chilena se le derrite el corazón: reconoce muy bien aquella manera de jugar.

“Jugaba como yo lo hacía con blancas. Fue como prepararme a mí misma”, dice la rosarina de 34 años quien ha dedicado toda su vida a este deporte. “Yo creo que en el ajedrez siempre es un deporte con uno mismo más que con otra persona. Es como ir superándose, y eso es lo que me ha tocado…”.

Damaris Abarca vivió su infancia en la tranquila localidad de Rosario, en la comuna de Rengo. En su casa tenían una costumbre particular, ya que realizaban torneos familiares de ajedrez. Sus papás iban a campeonatos locales a jugar, y buscaban en Rancagua revistas usadas de ajedrez. Recuerda estudiar una a dos horas diarias junto a sus hermanos. Ella frente a los libros fue su primera experiencia cercana con la disciplina.

A los 12 años empezó a asistir a competencias y se dio cuenta que sobresalía sobre el resto. Con su familia planificaban las expediciones en Santiago en búsqueda de eventos que ojalá se realizaran los fines de semana para que Damaris no faltara al colegio. Se turnaban para acompañarla, una semana iba su papá, otra su abuela. Fue todo un esfuerzo familiar en apoyo a ella. “No había torneos en Rancagua y no nos podíamos permitir ir a jugar 5 partidas todas las semanas, fue un sacrificio y de postergar muchas cosas de mi infancia”, comenta.

Otra situación que tuvo que enfrentar a su temprana edad fue el arraigado machismo de un deporte tradicionalmente masculino: “Uno llega a un mundo que piensas que les pertenece a los hombres y hay mucho simbolismo con respecto a eso. Me decían que jugaba como niño, y luego como hombre, porque lo hacía bien”, recuerda hoy. Pero aquello nunca la desalentó.

Ingresó a la Universidad de Chile a estudiar Filosofía e inmediatamente se metió a la selección para seguir subiendo su nivel y dedicarle más tiempo. En paralelo buscaba pequeños trabajos como arbitra en un club de Santiago. Vivía y respiraba ajedrez: “A mí me ayudó mucho irme a estudiar a la Universidad de Chile a nivel deportivo, en esa época había muy buenos ajedrecistas, buenos profesores y entrenadores. Subí mucho mi nivel en mis primeros dos años en la Universidad”, detalla.

 En 2010, a sus 20 años se consagraría campeona nacional de todas las edades clasificando a sus primeras olimpiadas en Rusia.

“Fue una época de mucho aprendizaje. Ya tenía mucho más roce, competía y jugaba mucho ajedrez. Busqué el club que me quedaba más cerca de la universidad, el club Ñuñoa, el cual iba todos los días a entrenar y a jugar con mis amigos”, recuerda con mucho cariño lo que considera como su punto de inflexión en su carrera.

Para poder seguir compitiendo en los torneos interuniversitarios por la selección de la Universidad de Chile decidió estudiar Derecho como una segunda carrera.

Lo curioso de Damaris Abarca es que ganó dos campeonatos nacionales organizados por la Federación chilena de Ajedrez (AJEFECH) sin manejar de memoria el concepto de apertura: “Ganaba del punto de vista posicional, yo solo sabía jugar. No sabía cual era la respuesta correcta a tal jugada, pero me regía por los principios generales que leía en los libros, como no dejar debilidades, desarrollar mis piezas, proteger mi rey. La gracia es que eso se puede aplicar a cualquier apertura”, reflexiona.

Aquella astucia y capacidad de reflexión le permitió importantes hazañas. En 2014, enfrentando a la gran maestra argentina Claudia Amura, le da un flash de genialidad. En una intensa partida, Amura posiciona su reina blanca frente a la negra. Damaris decide mover su torre hacia la mitad del tablero, “ignorando” el peligro. Un sacrificio. Cuando toman su reina, la torre de Damaris avanza con todo dando un jaque al rey, el cual no soltaría hasta acorralarlo con su pieza hermana. A pesar de perder su elemento más preciado, el valor de Abarca y su nivel táctico la llevaron a ganar la partida.

Tan bella fue la partida que quedó retratada en la película española “El Jugador de Ajedrez”, una ficción histórica ambientada en la segunda guerra mundial.

 

 

«Mi motivación es siempre hacer lo mejor por el ajedrez».

Además de ser una maestra del ajedrez, Abarca dedica su tiempo para luchar por cerrar la brecha de género en el deporte. Es presidenta y fundadora de la Asociación de Mujeres Ajedrecistas Chilenas (AJEFEM). Actualmente también es directora de ECAM, una fundación para la protección de niños y niñas del Sename desarrollando e integrándolos a la sociedad. Ha podido sembrar la semillita del deporte, entre ellos el ajedrez, en varios jóvenes de Chile para vencer a la vulnerabilidad económica y social que sufren.

Hoy se prepara para participar en su octava olimpiada representando a Chile, esta vez en Budapest en septiembre. Pero en esta ocasión apunta que no ha recibido apoyo económico. Es por esto por lo que se encuentra buscando fondos a través de una colecta virtual en esponsor.com. Su meta es llegar a los 5 millones de pesos para los pasajes y estadía en Hungría: “Soy pentacampeona chilena de ajedrez. Campeona actual de la disciplina y este 2024 me toca representar a Chile en las Olimpiadas Mundiales de Ajedrez 2024. Durante el 2023 ustedes fueron fundamentales en el apoyo para mis competencias debido al nulo apoyo de parte de la Federación de Ajedrez de Chile”.

“Este año no sé lo que va a pasar. Yo siento que en el ajedrez nacional estamos muy en el limbo, cada uno ve cómo se financia”.  Damaris asegura que por estas fechas ya debería estar entrenando con el resto del equipo pero que aún no le han avisado desde la federación. “He hablado con otros ajedrecistas y no sabemos qué va a pasar, pero hay que salir a jugar igual y verlo por nuestra cuenta”, añade.

Mientras pasan los días para la gran cita planetaria en Budapest, la ajedrecista reflexiona sobre su laureada carrera. Dice que ya se siente vieja, pero no por sus 34 años, sino porque se sigue “repitiendo el plato” dentro de la escena nacional: “Mi objetivo es representar bien a Chile, pero ya he ganado varias veces y siempre he estado en pos de que Chile tenga sus mejores representantes. Debe haber un recambio generacional”, afirma.

 

Abarca dice que en Chile hay mucho talento juvenil. Llegaron al mundillo durante la pandemia, ya que es una disciplina que puede practicarse en casa u online, además del exitoso estreno de la miniserie “Gambito de Dama” que catapultó la fama del deporte. Aun así, añade que para volverlo una actividad competitiva y profesional se necesita apoyo y motivación.

Luego de su introspección, concluye lo siguiente: “Mi motivación es siempre hacer lo mejor por el ajedrez y que Chile tenga sus mejores representantes en torneos internacionales… y ojalá también obtener muchos puntos, ganarles a mil personas y obtener una medalla”, bromea entre risas.

 

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