La producción de la licenciada y Magíster en Artes Visuales de la U. de Chile es parte de la colección del Centre Pompidou, Denver Art Museum y el Tate Modern, mientras que en el país ha expuesto en el MAC y el Museo Nacional de Bellas Artes. Su trabajo multidisciplinario abarca performance, cerámica, video y tecnología digital, desafiando estereotipos y abriendo diálogos urgentes sobre género y territorio.
La obra de la artista visual Seba Calfuqueo, que es parte de la colección de importantes museos de todo el mundo como el Tate Modern (Inglaterra), Centre Pompidou (Francia), Denver Art Museum (EE.UU.), Thyssen-Bornemisza (España), MALBA (Argentina), entre muchos otros, transita entre diferentes soportes, tejiendo críticas urgentes sobre colonialismo, género y ecología.
Para ella, exhibir en estos espacios internacionales y también nacionales como el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) o el Museo Nacional de Bellas Artes, no solo es una oportunidad de difusión, sino que de abrir nuevos diálogos. “El arte no da una respuesta como tal, sino que genera más preguntas. Ese espacio de la duda y de la formulación de ideas es finalmente lo que permite que podamos abrir nuevos mundos”, afirma.
Su trabajo recurre a su identidad como punto de partida para cuestionar las dinámicas sociales, culturales y políticas que rodean al mundo indígena. “Para mí lo mapuche tiene que ver con una herencia, una responsabilidad política en torno a mis prácticas como persona, a lo que creo y siento. Lo trans responde a mi decisión política en torno al género, a quién soy y cómo me muestro ante el mundo con mi cuerpo”, explica. A esto suma la ecología, entendida como un vínculo radical con la tierra: “El humano no es el centro de todas las relaciones en el mundo. En la naturaleza hay un poder y una potencia para mirar otras formas de existencia”.
Por su parte, según Calfuqueo la elección de soportes responde a una búsqueda consciente. “Pienso siempre en la relación que va a tener el espectador con mi obra. Si quiero, por ejemplo, hacer una obra más narrativa, probablemente voy a elegir la animación o video; si busco una experiencia más visual en torno a la superficie, el brillo y el color, será entonces la cerámica lo que use; mientras que si quiero algo más corporal, usaré la performance”, explica. Y agrega: “Pienso mucho en cómo el espectador se enfrenta a esos materiales. Soy una artista más de proyectos que de técnicas”.

Su obra «Ko Ta Magungey Ka» (2020) hace una relación poética y política en torno al agua, el cuerpo, la lengua mapuche y el territorio (Registro: Diego Argote).
Su debut fue en 2013 con «You will never be a weye», una obra que tuvo una difusión tanto dentro como fuera del sistema del arte. “Fue incómoda en muchos sentidos, porque en ese momento pensar la homosexualidad o lo trans dentro del mundo mapuche era un tabú. Al comienzo no entró en museos ni galerías, sino que en clases de sexualidad y género, además de talleres de psicología, literatura y filosofía. Después de unos años logró un camino más institucional, llegando incluso a la Bienal de Venecia el pasado año”, explica.
El talento de Seba Calfuqueo fue reconocido tempranamente con el Premio Jóvenes Talentos de Balmaceda Arte Joven y Fundación Mustakis en 2016, seguido por el primer lugar en performance del Premio Municipal Artes Visuales Talento Joven en 2017. Ha mostrado su arte además en la Bienal de São Paulo y el Palais de Tokyo. Hoy, está exponiendo en el Leslie-Lohman Museum of Art en Nueva York y la Villa Arson en Niza, Francia, además de Espacio Proa 21 y el Museo Sívori en Buenos Aires, testimonio de su impacto global.
Un trabajo en comunidad
Más allá de su práctica individual, Seba es también parte del colectivo mapuche Rangiñtulewfü, donde el arte se entiende como una herramienta de pensamiento comunitario: «Mi práctica viene de un saber compartido, de una práctica grupal, como históricamente lo ha concebido el pueblo mapuche”. Me interesa el arte como una herramienta que te hace encontrarte y entender el mundo con otras personas”, sentencia.
Desde este espacio ha coorganizado encuentros como Entún, que reunió en 2021 a artistas mapuche para visibilizar sus diversidades geográficas y discursivas en la Galería Metropolitana. “Me parece importante ampliar las conversaciones más allá de espacios localizados”, afirma.
También es cofundadora de la revista Yene, una plataforma de difusión artística multidisciplinar que desafía los relatos reduccionistas sobre lo indígena, incorporando otras herencias raciales y territoriales, además de experiencias migrantes y diásporas. “Los mundos indígenas son diversos y complejos. Existen en el campo, la ciudad y en distintas geografías. Se atraviesan por el clima y la naturaleza. Nuestro interés ha sido siempre tratar de ir más allá, complejizar la conversación y hacer accesible cierto material o difusión de ideas”, asegura.
Un camino de descubrimiento
Su paso por la Licenciatura y el Magíster en Artes Visuales de la Universidad de Chile fue transformador: «Llegué sin saber cómo se movía el sistema del arte. Fue un choque cultural, pero también un espacio donde me descubrí como persona«.

«El Reflejo del Lago» (2023) transita por distintos registros visuales y narrativos que invitan a pensar una historia crítica del coleccionismo y su relación con el mundo mapuche (Registro: Diego Argote).
Si bien confiesa que el pregrado no le resultó fácil, porque las temáticas con las cuales trabajaba “no eran tan valoradas en ese momento”, considera que en el postgrado sí encontró más horizontalidad, diálogo y apoyo. “Me encontré con una mayor apertura. Fue importante para mí estar en la Universidad de Chile en lo formativo, al permitirme un espacio de creación en torno a lo que hago hoy en día”, asegura.
Destaca el rol de la curadora Mariairis Flores (leer entrevista realizada para uchile.cl), su compañera de ruta en la Facultad de Artes. Hoy siguen trabajando juntas en Espacio 218, una plataforma para visibilizar y difundir a artistas emergentes y también con mayor trayectoria. “Para mí ha sido muy importante colaborar, porque siento que en Chile lamentablemente no tenemos muchas posibilidades de crear y vivir del arte. Me siento responsable de compartir mi conocimiento para que otras personas también tengan posibilidades de tener una carrera artística”, afirma.
Este año también la galería está apostando por llevar a creadores a experiencias internacionales, como es el caso de la feria de arte contemporáneo ArteBA, en Buenos Aires. “Yo tuve la oportunidad de internacionalizar mi carrera y es lo que hoy en día me permite vivir y estar activa con proyectos afuera”, asegura.
Actualmente, Seba Calfuqueo prepara su segunda participación en el Festival de Artes Escénicas Feyentún. ”Dictaré un taller que trabaja en torno a la performance y cómo se piensa en un espacio creativo, también pensando en el racismo y la situación actual del mundo, que está bien compleja”, relata. Con su trayectoria que ya está dejando huella, sigue cuestionando estereotipos sobre identidad indígena y género, abriendo también caminos para nuevas generaciones de artistas.