Desde el 2020, Jaime Vatter es vicerrector académico de la Universidad de Las Américas (UDLA). Junto a la rectora de la casa de estudios privada, también egresada de Ingeniería Comercial Uchile, Pilar Romaguera, han tenido como desafío fortalecer la calidad del proceso formativo.
“Es un trabajo que venía de antes y yo tomé la posta. Durante los primeros dos años el foco estuvo en la acreditación y luego en un proceso de ajuste curricular, adecuándonos a las demandas del siglo XXI”, explica Jaime. Y agrega: “Es un desafío permanente ofrecer una formación pertinente y que colabore con un desarrollo más sostenible en el país”.
Previo a este rol, Vatter fue decano de la Facultad de Ingeniería y Negocios de la UDLA entre 2019 y 2020. Pero más allá de los logros institucionales, valora especialmente los momentos humanos de su trabajo: “Con mi equipo siempre nos emociona cuando egresan nuestros estudiantes, ver la felicidad de sus padres, cónyuges, parejas e incluso hijos”.
La búsqueda de un propósito
Su transición hacia roles ejecutivos en instituciones de educación superior comenzó cuando sintió la necesidad, en sus palabras, de aportar al logro de un impacto más profundo en la sociedad.
Tras su época como estudiante, trabajó como gerente de clasificación de riesgo en Duff&Phelps (DCR) Chile junto a su ex profesor Hernán Cheyre y al también egresado de la entonces Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas (FACEA) de la Universidad de Chile, José Ramón Valente. «El trabajo era entretenido y variado, ya que analizaba empresas de distintos sectores y aplicaba conceptos económicos, especialmente en el área de finanzas, poniendo en práctica todo lo que había aprendido en la universidad«.
Sin embargo, sentía que le faltaba un propósito. “Ir a una universidad privada para atender a estudiantes de otro perfil me pareció una oportunidad para aportar al desarrollo de la sociedad y el país«, explica.
Cuando era rector de la Universidad Santo Tomás (UST) participó activamente en el Consejo de Institutos Confucio de Hanban, dependiente del Ministerio de Educación de la República Popular China.
Así fue como en 1999 y hasta 2007 asumió como vicerrector académico de la Universidad Santo Tomás (UST), donde lideró procesos clave como la primera acreditación institucional. Más tarde, entre 2007 y 2018, se desempeñó como rector, consolidando su enfoque en la calidad educativa y la formación de equipos.
“Entré a una universidad que estaba en una situación muy inicial de desarrollo. Trabajamos mucho para tener programas interesantes, hacerla crecer para darle sostenibilidad económica. Más que lo relacionado a lo económico, los desafíos fueron aplicar el rigor del trabajo y la capacidad analítica para enfrentar los problemas y tomar las mejores decisiones”, explica.
Como rector de la UST participó también del Consejo de Institutos Confucio de Hanban, dependiente del Ministerio de Educación de la República Popular China. “Fue una oportunidad para vincularnos con universidades de todo el mundo y conformar una potente red internacional. Tuve la suerte de ser invitado más de 25 veces a China y lo que vi fue una cultura muy interesante y arraigada, con un desarrollo tecnológico impresionante”, relata.
Paralelamente, presidió en 2015 y 2017 la Corporación de Universidades Privadas (CUP), donde promovió la colaboración entre instituciones y representó al gremio en el Congreso y en diferentes ministerios. «El rol de las universidades privadas ha ido creciendo, logrando que varias de ellas tengan elevados niveles de desarrollo y ofrezcan oportunidades de formación a miles de personas. Es necesaria una buena convivencia, coordinación y cooperación con las tradicionales, porque todas pueden aportar para mejorar el sistema en su conjunto«, sentencia.
Formación con sentido
En 1981, Jaime Vatter ingresó a la FACEA, hoy Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile (FEN), en un período marcado por complejidades políticas y económicas. A pesar del contexto, recuerda su paso por la casa de estudios como una experiencia enriquecedora, donde el alto nivel académico y el compañerismo fueron pilares fundamentales.

Después de terminar sus estudios en la Universidad de Chile, continuó su formación con un doctorado en Economía en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
«Éramos un grupo de estudiantes muy desafiante, competitivo, pero con un excelente ambiente de estudio. Siempre con un espíritu de querer aprender. Teníamos profesores de muy alto nivel, con alta exigencia, y eso nos motivaba a seguir el ritmo», relata. Entre los docentes que lo marcaron destaca a Joaquín Vial y Víctor García, ayudante de ambos. Con este último además se reencontró más tarde en su camino profesional.
Tras egresar en 1986, continuó su formación con un doctorado en Economía en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). A su regreso en 1993, se incorporó como académico e investigador en el Departamento de Economía de la Universidad de Chile, donde colaboró junto a Rodrigo Fuentes en la revitalización de la revista Estudios de Economía. Sin embargo, pronto descubrió que su vocación estaba en la aplicación concreta del conocimiento: «Me di cuenta de que mis ventajas competitivas no estaban en la investigación, sino en el trabajo más aplicado».
Hoy, busca devolver la mano a su alma mater con la participación, en una segunda oportunidad, en el Programa de Mentoría de Propósito de la red de egresadas y egresados de la Universidad de Chile, Alumni Uchile. “Ha sido mi manera de aportar a la institución que me formó y me dio tantas oportunidades. Mi primera experiencia fue muy positiva, creo que mentor y mentee aprendemos de manera conjunta en este proceso”, afirma.
Con casi 40 años de trayectoria, su legado sigue construyéndose: un puente entre el rigor académico, la gestión visionaria y el compromiso con quienes más lo necesitan.