Mientras trabaja en un Cesfam atendiendo a pacientes de la comuna de Huechuraba, la egresada de la Universidad de Chile, de 29 años, entrena arduamente para la selección nacional de hockey césped. La medallista de los Panamericanos hace un repaso de su carrera como deportista y cómo ha sido combinar esta pasión con sus estudios y labor como médica. Hoy, afirma, su sueño es clasificar a los Juegos Olímpicos.
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Por Sebastián Cornejo
Luego de que el marcador terminara 1-1 frente la selección de Estados Unidos, llegan los penales. Los dos equipos se toman por los hombros en la mitad de cancha mirando hacia el arco. Francisca Tala se para en la línea, es la primera chilena en comandarlo. Es la semifinal de la Copa Panamericana, partido que asegura un cupo para el mundial de hockey césped, cita la cual Chile nunca había clasificado.
“Estaba muy calmada en ese momento. Todo fluyó”, narra Tala hoy. Ella toma carrera y se acerca a la arquera rival batiéndola con un disparo que las pone en ventaja. Aquel fue el partido que más cariño le tiene de su carrera, trayecto que comenzó cuando ella tenía 11 años.
En 2006, la “Panchita”, como la conocen sus cercanos, tenía le encantaba correr y hacer todo tipo de deportes, pero nunca se consideró muy buena para el voleibol, el atletismo o el esquí. Sin embargo, comprendió a esa edad que “tenía dedos para el piano” en hockey, cuando fue llamada a la selección de menores mientras cursaba sexto básico.
“Yo no era muy buena. Pero entrené tanto, tanto. Me iba formando con los entrenamientos y ponía demasiada atención a ellos”, cuenta Tala. Mientras iba creciendo fue jugando importantes torneos con su categoría. En 2013 hacía sparring, con las “diablas”. Cuando estaba en cuarto medio recibió la noticia de que iría con la sub-21 al Panamericano. De ahí, nunca más soltó la selección.
Hasta la fecha la delantera cuenta con más de 140 apariciones vistiendo los colores nacionales. Su palmarés se conforma de tres medallas de plata (dos en la Copa Panamericana y una en los Juegos Sudamericanos) y dos de bronce (una en los Juegos Sudamericanos y otra en los últimos Juegos Panamericanos 2023 celebrados en Santiago).
La forja de una deportista… y la de una médica
El “don” del deportista lo heredó de su abuelo José Zacarías, jugador de fútbol de la Universidad de Chile en la década de los 50. Él también se recibió como médico en la misma casa de estudios por lo que le inculcó, además del deporte, la inspiración de las ciencias de la salud: “Tú tienes que estudiar medicina en la Universidad de Chile”, le repetía siempre a su nieta.
Así comenzó su senda para convertirse en médica, en paralelo a su rendimiento como jugadora de hockey. Tala comenta que no fue fácil: “Preparé la PSU dos veces. Ahí postulé por cupo deportivo y quedé en lista de espera. Y yo fui lo más catete que podía ser porque era lo único que quería era estudiar medicina en la Chile. Me fui a parar afuera de la Universidad por horas y llamé a cada uno de los postulantes que estaban antes que yo”, comenta sobre su determinación que le permitió ingresar a la carrera de sus sueños.
El primer día de clases ella no estuvo. No fue porque se quedó dormida, estaba compitiendo por el torneo Sudamericano de 2014. Un primer indicio de la doble vida que Tala tendría que llevar y que hoy le llenan el corazón por igual: “Me encontré en la carrera con un millón de estas instancias que se tuvieron que resolver de una u otra forma”, detalla.
Estudiar medicina mientras competía para la selección universitaria y nacional no fue fácil. Pero jamás detuvieron a la “Panchita”.
– ¿Cuándo tu encontrabas tiempo para estudiar todo eso?
– Siempre, en todos lados. Me acostaba temprano y me despertaba muy en la mañana para estudiar, así que no dormía mucho. Puede ser que en alguna que otra clase me haya quedado dormida (ríe). Me despertaba a las cinco y media, me ponía a estudiar hasta las seis y media y me iba a la universidad.
Tala cuenta que esa era su manera de “devolverle la mano a la Universidad”, ya que se encontraba becada jugando para el equipo universitario. Lo recuerda con mucho cariño: “Era muy entretenido, lo pasábamos súper bien todos, aparte, éramos muy buenas y ganamos siempre. Nos tocó viajar Antofagasta, Viña del Mar a Temuco por lo que pudimos recorrer Chile y hacerse amigas de otras jugadoras o de incluso otras carreras”.
Claudia Schüler era una de ellas.
La proeza de las diablas
Fue exalumna en la Facultad de Medicina. La mítica arquera de las diablas también fue protagonista de esa tanda de penalti en el Prince of Wales Contry Club en enero de 2022. Había vuelto recién de un tratamiento ocular que la tenían con un 20% de visión en uno de sus ojos. Tapó dos penales, y defendió el arco chileno hasta el final.
Así fue como por primera vez en la historia la selección de hockey césped femenino clasificó a un mundial: “Pensaba en mi familia, en mis compañeras, en mis amigos, en mi esfuerzo. En la Claudia, que atajó todo, que bacán que haya decidido vivir en ese minuto”.
En la cita planetaria Chile no pudo avanzar a la siguiente fase de cuartos de final, pero se despidió con una notable presentación de Francisca Tala ante Países Bajos, el cual tras una desviación de la defensa rival pudo clavar la pelota al palo derecho del arco para igualar el marcador que terminó 3-1 en contra de Chile.
El 27 de marzo de 2023 Claudia Schüler falleció a los 35 años producto de un cáncer de hígado que le fue diagnosticado poco tiempo después de su participación en el mundial: “Las Diablas no habrían sido nada sin la ‘Chuchu’ y ninguno de los logros se habría conseguido sin ella. Nos inculcó disciplina, constancia y, sobre todo, la alegría de vivir. Siempre vivió con felicidad”, comentó Francisca para el medio deportivo As.
Hoy las canchas de hockey césped del Estadio Nacional llevan su nombre.
La médica de los vecinos de Huechuraba
Francisca se despierta todos los días a las 6 de la mañana. A las 11 empieza su turno en el Cesfam Salvador Allende donde, según ella “hace de todo un poco”. Atiende pacientes desde niños hasta adultos, realiza controles crónicos o de salud mental, y trabaja en la gestión administrativa del recinto de salud. Ella afirma que, de vez en cuando, los vecinos la reconocen cuando está en consulta: “Para los panamericanos mucha gente vio los partidos, y los pacientes me decían ‘oiga, doctora, yo la ví’, ‘la estuve siguiendo’, ‘¿cómo le fue?’… es muy bacán, se sienten parte de la selección también”, detalla.
Durante la pandemia del coronavirus Tala también estuvo presente con los trabajadores de Salud en la crisis sanitaria. Era su primer internado y ella eligió ser voluntaria en el Hospital Barros Luco y también en el José Joaquín Aguirre atendiendo en la Unidad de Cuidados Intensivos. Lo califica como un momento duro y demandante: “Fue duro por todos los pacientes que vi partir, pero crecí mucho como persona”, mencionó en una entrevista pasada.
Actualmente está pensando en hacer su especialización médica. Piensa en ginecología, pero afirma que aún “no le da el tiempo”. Según afirma ella su mentalidad está en el día a día.
– ¿Algún sueño que tengas por cumplir?
– Clasificar a los Juegos Olímpicos.
En 2028 el evento más importante del deporte se va a celebrar en Los Ángeles, California. Tala, quien tendría 33 años para ese entonces reflexiona sobre la posibilidad de alcanzar el cupo en representación de todo un continente.
– ¿Tú crees que de aquí a 4 años estás ahí en los JJ.OO. diciendo presente?
– No lo sé. Serían 15 años de selección en mi cuerpo. Quizás es un sueño que dejé ahí pendiente que pueda cumplir mi hijo.
Solo el tiempo dirá si las diablas, de la mano de la “Panchita”, logren estar en Estados Unidos para los Juegos Olímpicos de 2028, lo seguro es que ya han hecho historia y sedimentado un camino para la siguiente generación dorada del hockey femenino. Mientras tanto, la doctora Tala dice estar focalizada en “entregar la mejor atención posible a sus pacientes, en ayudar con la gestión y mejorar los programas del Cesfam” en Huechuraba.