Doctora en biología celular y molecular de la Universidad de Chile, Alfaro se dedica a crear alternativas sustentables para combatir enfermedades y virus, además de liderar la ASOCHIN. Hoy releva la importancia de que jóvenes mujeres se atrevan a estudiar carreras en STEM y detalla la importancia de la vacunación contra la influenza.
Por Sebastián Cornejo
Sentada frente a un televisor de tubo, una joven Jennifer Alfaro de 10 años ve la serie X-Files. Se maravilla con las incógnitas que muestra la pantalla: la vida de las células, las imágenes microscópicas y la trama centrada en cómo los protagonistas luchan contra un arma biológica diseñada para esclavizar a la población.
“Me gustaban todas las películas de virus y de bacterias. Me gustaba la ciencia, pero no conocía en ese entonces cómo encaminar ese gusto”, comenta hoy Jennifer Alfaro, quien, cuando era chica, se esmeraba en recortar de los diarios que llegaban a su casa las noticias del apartado de Ciencias.
Actualmente trabaja en la empresa chilena de biotecnología Botanical Solutions. Allí dentro de un laboratorio con cultivos de plantas, investiga componentes biológicos en el área de farmacología. Específicamente, a partir sustratos de cultivos y “plantas jóvenes” que son capaces de matar hongos, Alfaro llega a estudiar las moléculas capaces de potenciar vacunas para combatir enfermedades como la malaria, el COVID, el virus sincicial, entre otros.
Su carrera se ha destacado por liderar varios proyectos de investigación de descubrimiento de fármacos para tratar el cáncer. Uno de los laboratorios donde trabajó, Medivation, se desarrolló una droga llamada enzalutamida, la cual ahora es distribuida por Pfizer y que sirve en tratamientos de cáncer de próstata.
“Normalmente se piensa que desde Chile no se pueden hacer muchos avances con respecto a salud”, relata Jennifer. Este tipo de compañías radicadas en el país han logrado importantes avances en materia de consolidación. Botanical Solutions ha recaudado más de 3 millones de dólares en fondos para su desarrollo: “Como que normalmente se tiene la idea que esas cosas se tienen que hacer en EE. UU. o en Europa, pero aquí sí se descubren nuevas drogas”, añade.
La doctora ingresó a estudiar a la Universidad de Chile en 1999. Reconoce que Licenciatura en Ciencias con mención en Biología no era su primera opción, ya que Biotecnología también le llamaba la atención. Aun así, confiesa que la Casa de Bello era su única alternativa debido a que, entre otras cosas, tiene un fanatismo irrenunciable a la “U”.
Y es que Alfaro juega fútbol. En su tiempo libre siempre le ha encantado jugar campeonatos con sus amigas e hinchar por la Universidad de Chile. Comenta que fue una de las primeras mujeres en conformar un equipo femenino en la Facultad de Ciencias: “Jugaba con mis compañeras en la universidad y de ahí nunca más paré”, detalla.
Además, Jennifer dice haber recibido un reconocimiento académico por su excelencia en los estudios. Poco tiempo después de licenciarse comenzó su doctorado en la misma casa de estudios enfocándose en la inmunología a pesar de un curioso desafío: “En la carrera nunca tuve ese ramo de base, ya que tenías que reprobar un ramo para cursar ese. Mi profesora del doctorado, que ahora es mi mentora, me decía ‘pero ¿qué sabes tú de inmunología?’ Y yo me había comprado unos libros de una biblioteca especial para aprender”, recuerda riéndose.
Alfaro se terminaría convirtiendo en la directora de la Asociación Chilena de Inmunología años después.
En dicha institución trabaja, junto a sus colegas, en distintas investigaciones y en educar a la población sobre la efectividad e importancia de la inoculación, palabra que estuvo de moda durante la pandemia mundial que significó la crisis sanitaria más dura del último siglo, y que este invierno sigue siendo igual de importante frente al brote de influenza que azota a Chile.
“Estamos preocupados porque en la población existe un desgaste frente a las vacunas. La gente está cansada de vacunarse por lo que vivimos con la pandemia y hay que empezar a levantar estos temas de nuevo”, declara la experta. Además, advierte que la inoculación dirigida a la población objetivo, que alcanza un 60% de cobertura a nivel nacional según datos del gobierno, está 20 puntos por debajo de lo que la experta consideraría una cifra óptima.
Además, añade que las medidas de prevención de contagio que fueron instaladas en pandemia, como el lavado de manos, el uso de desinfectante y mascarilla, se han ido perdiendo también con el tiempo y que ha podido incidir en el peak de influenza de este invierno.
Alfaro recuerda que la cepa del virus cambia todos los años debido a la propagación prolongada del material genético por lo que es necesario inocularse cada cierto tiempo.
“Hay que entender que la vacuna no es para que no te de influenza, sino que si te da no tengas un cuadro grave”, explica haciendo hincapié en el alto grado de contagiosidad del virus. En las últimas semanas han fallecido 5 personas de influenza en la región del Ñuble, 4 de ellas no estaban vacunadas.
Frente a campañas de desinformación que circula en redes sociales en contra de las campañas de vacunación la directora asegura que es “difícil” combatir dichas campañas: “Hay gente que le está creyendo más a influencers que a los científicos”, advierte.
Jennifer reflexiona el rol que cumple esta comunidad epistémica con la sociedad. Explica que los científicos no se les ha capacitado correctamente para transmitir sus avances y logros “en simple” a la gente: “Tenemos una deuda porque por mucho tiempo hemos estado encerrados en laboratorios. Nadie sabe lo que se está haciendo en ciencia y creo que eso es un desafío también para la Universidad de Chile”.
Debido a aquello, Alfaro forma parte de organizaciones voluntarias focalizada en guiar a jóvenes escolares interesados en ciencia para que conozcan proyectos y carreras de dicha área para así potenciarlos. “Democratizar y universalizar el acceso al mundo de la ciencia”, lo califica. Es por esto por lo que colabora con las fundaciones Ciencia Impacta e Inspiring Girls.
En esta última alimenta la ambición profesional de niñas y jóvenes que le interesan carreras STEM (relacionado a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas): “Actualmente en las universidades existe una ‘ley del embudo’ donde muchas mujeres que entran a estas carreras se van saliendo con el paso del tiempo y pocas llegan a puestos de gerencia o de dirección”.
Frente a esto Jennifer destaca que hay dos objetivos que cumplir para revertirlo. Primero es trabajar para incentivar las “semillitas” de la curiosidad de las estudiantes y demostrar que es posible llegar a desarrollarse como profesional en una carrera en esta área: “Yo tengo un dicho ‘uno no sueña lo que no conoce’, entonces hay que partir mostrando que sí existen estas opciones”.